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Politica Brasil
Quarta - 11 de Janeiro de 2006 às 05:05
Por: Isaac Bigio

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El domingo 15 de diciembre se realiza en Chile la segunda vuelta presidencial entre Michele Bachelet, la primera mujer socialista que puede ganar una elección sudamericana, y Sebastián Piñera, el primer líder no pinochetista que une a la actual derecha mapochina. Sea cual sea el resultado es probable que el modelo bipolar chileno vaya entrando a su fin y que se abra paso a un nuevo sistema basado en cuatro o cinco campos.

La década de los ochentas se fue junto a la dictadura militar. Desde que la democracia representativa retornó en los noventas las presidenciales chilenas quedaban polarizadas entre dos campos: la de los que estuvieron por el No o por el Sí a Pinochet. Esto permitió la sobrevivencia de la Concertación, la misma que ha gobernado 16 años.

Chile es el único país en que socialcristianos y socialdemócratas han compartido tanto tiempo el poder. Ambas corrientes internacionales son las principales fuerzas en la Unión Europea y las coaliciones nacionales entre ambas suelen ser transitorias. El vecino Perú va a tener elecciones el 9 de Abril y existen posibilidades que en la segunda ronda acaben compitiendo la socialcristiana Lourdes Flores y el socialdemócrata Alana García, cuyos partidos jamás han co-gobernado.

Sebastián Piñera concibe que, para que la derecha liberal retorne al poder es imprescindible romper este bloque sin precedentes a escala internacional. Su partido (Renovación Nacional) y la Unión Democrática Independiente (UDI) mantienen la Alianza por Chile. Mientras la Concertación tuvo internas entre la democristiana Alvear y la socialista Bachelet, Piñera rehusó a participar en las internas de la Alianza pues sabía que tendría las de perder ante la UDI de Joaquín Lavín, quien tiene más militancia. El jugó a que fuese la primera ronda quien decida cual de los dos candidatos de la derecha iría a representar a ésta en el balotaje.

Al hacer ello no sólo logró destronar al ex alcalde de Santiago del liderazgo de la derecha sino empezar a minar la unidad de la Concertación. Piñera plantea un doble reto ante el oficialismo. Las anteriores tres presidenciales chilenas fueron ganadas por antipinochetistas que derrotaban a antiguos asociados de la junta. Sin embargo, Piñera estuvo por el no a Pinochet y, mas bien, ha logrado captar cuadros y militantes democristianos.

Mientras los socialistas chilenos creen que manteniendo la antigua polarización entre pro y anti pinochetistas les garantiza la continuidad en el poder (sobre todo tras el enorme descrédito del ex dictador) Piñera busca remplazar esa polarización por una nueva. El llama a los democristianos a hacer un campo con él por el “humanismo cristiano” que se enfrente a los “socialistas apoyados por los comunistas”. El quiere aprovechar sus lazos familiares democristianos y el resentimiento que hay entre muchos socialcristianos contra una mujer que es atea y que en su juventud fue muy “roja”.

Por el momento la Democracia Cristiana no se ha roto y se mantiene, aunque no demasiado entusiasta, apoyando a Bachelet. No obstante, varios estrategas van realizando que la Democracia Chilena no sólo ya ha dejado de ser el principal partido de su país, sino también la principal sección socialcristiana de las Américas. Pese a que la Concertación ganó ampliamente las parlamentarias el cupo de congresistas de la DC ha bajado.

El espacio de centro o de “compañeros de viaje” de los socialistas es algo que no estaría dando muy buenos resultados a los ojos de algunos socialcristianos que preferirían que su partido se separe de sus aliados para liderar (como en Perú o Alemania) el campo de la centroderecha.

Un nuevo elemento que tiende a perturbar la bipolaridad es el crecimiento de la izquierda extraparlamentaria encabezada por el Partido Comunista. Esta superó el 5% en la elección presidencial y se acercó al 10% en el parlamento. Sin embargo, debido a que se mantiene el sistema pinochetista de ingreso al parlamento, este sector no logra colocar ningún congresista. Bachelet, para poder conseguir los votos comunistas, ha prometido cambiar las reglas para permitir que la izquierda “dura” pueda tener sus propios curules.

Sectores de la derecha, que antes quisieron evitar el ingreso de los comunistas al parlamento, ahora verían ello como algo de lo que podrían sacar ventaja pues les permitiría escindir a la Concertación.

Los socialistas chilenos históricamente más tiempo han estado en alianza con los comunistas que con los democristianos. El hecho que la derecha chilena se escinda en dos partidos (uno social conservador y otro liberal), que la Democracia Cristiana se separe de los socialdemócratas y que aparezca una quinta fuerza parlamentaria comunista alteraría el mapa chileno haciendo que su modelo vuelva a asemejarse al europeo.

Las encuestas pronostican un triunfo de Bachelet, quien así sería la única mujer presidenta sudamericana. Pese a que la socialdemocracia chilena ha mantenido el pinochetismo económico y los Tratados de Libre Comercio, es probable que Bachelet, dado el giro continental hacia la izquierda, adopte algunos giros radicales que terminen dividiendo a la Concertación.

Si Piñera ganase sería el único multimillonario que ganase una elección en un subcontinente que ha tendido a elegir presidentes de cuna humilde o con discursos en pro de los pobres. Un eventual triunfo suyo haría de Santiago el principal aliado de EEUU en medio de una Sudamérica que se inclina hacia la izquierda.

(*) El autor ha enseñado política chilena y latinoamericana en la London School of Economics. Desde hace 4 meses lucha por encontrar a su hijo José Bigio quien se mantiene raptado.




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